Milán es considerada capital europea de la moda y, como tal, alberga las tiendas de los más prestigiosos diseñadores.
Empiece el día visitando la Gallerie Vittorio Emanuele, donde encontrará las mejores firmas italianas. Después, puede continuar por la Via Montenapoleone, Via Della Spiga o Via Sant’Andrea, donde topará con las establecimientos de Gucci, Prada, Cartier, Chanel o Armani, entre otros.
En la elegante Via Manzoni nº31 se encuentra el prestigioso Spazio Armani, donde podrá admirar las exposiciones de Emporio Armani, Armani Fiori y Armani Casa. Y si el hambre apremia, no dude en tomar un aperitivo en el Emporio Armani Cafè o deguste la mejor comida japonesa de todo Milán en el restaurante Nobu.
Zara y H&M, moda para todos
Si tras esta ruta la tarjeta de crédito está que arde y el dinero comienza a escasear, ¡no se desanime! En calles como Corso Vittorio Emanuele, Corso Buenos Aires, Via Torino y Corso di Porta Ticinese, encontrará moda a precios más asequibles. Timberland, Mandarina Duck, Benetton e incluso Zara y H&M le están esperando.
En la Piazza XXIV Maggio, las tiendas de Custo-Barcelona, Diesel, Miss Sixty, Gas y Fornarina se entremezclan con las tiendas de ropa de segunda mano o hecha a mano de los más alternativos.
El Duomo, la segunda más grande del mundo
Más allá del lujo que ofrece Milán, la ciudad obsequia al visitante con su edificio más significativo: el Duomo. Es el segundo templo católico más grande del mundo, con 157 metros de largo, después de la catedral de Sevilla. Cuenta con alrededor de 3.500 estatuas y es obligatorio ascender a lo más alto de la catedral para disfrutar de las magníficas vistas con las que nos obsequia.
Además de las numerosas galerías de arte, como la pinacoteca di Brera, el Castello Sforzesco alberga colecciones de pintura, escultura o arte oriental que no debe perderse.
Finalmente, si acude a la ciudad italiana, no olvide visitar -debe reservar con unos meses de antelación- la iglesia de Santa Maria delle Grazie, donde Leonardo Da Vinci plasmó el más famoso de sus frescos: ‘La Última Cena‘. Se trata de una pintura mural realizada entre 1494 y 1497, que aún hoy en día sigue dando mucho que hablar. Frente a la iconografía clásica, Leonardo no representa a Judas delante de la mesa, sino entre los apóstoles, además de optar por aislar la figura de Jesucristo y agrupar a los apóstoles de tres en tres, caracterizándolos por su movimiento.
