4 lugares inolvidables para visitar en Cantabria

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Bárcena Mayor

Bárcena Mayor tiene a bien considerarse el pueblo más antiguo de Cantabria. Lo cierto es que el paso de los siglos no le ha impedido conservar sus mejores galas, algo abarulladas por la presión del turismo, pero con ese aroma que siempre acompaña lo auténtico.

Barcena Mayor turismo

Sus calles empedradas vieron salir hacia Castilla, tras los primeros repliegues musulmanes, a los más atrevidos foramontanos. Entre historia y leyenda también se relata la pernocta en esta población de Carlos I, de regreso de uno de sus viajes, y los muchos picores que las pulgas de un improvisado hospedaje le provocaron.

Esta localidad es Conjunto Histórico-Artístico acotada al paso de vehículos. Medida más que acertada para saborear a gusto calles como La Larga, a un paso del puente del XVI, sus rincones, plazuelas y fachadas que menudean en su trazado.

Qué ver: Bárcena Mayor y Carmona. Excelentes muestras de caseríos de arquitectura popular cántabra. Casas de dos plantas con zaguán en la inferior y galería corrida en la superior. En los alrededores: Puerto de Palombera. En la misma C-625. Interesante ruta para realizar en coche a través del Hayedo de Saja, dentro ya de los límites del Parque Natural de Saja-Besaya.

Potes

Esta población de montaña es la puerta de entrada a la otrora mística comarca de Liébana. Aquí confluyen los cuatro valles que la conforman, causa y razón por la que también confluyen hacia Potes todos los vecinos de la zona para comprar y vender ganado, provisiones y diversas mercancías.

Y desde hace ya muchos años cuanto montañero guste de la contemplación de la montaña. Potes es villa de piedra vieja. Ciudad de ríos y puentes gastados por el uso y las nevadas de antes. Su edificio más llamativo es la Torre del Infantado, sede del Ayuntamiento. De aspecto encastillado, ha sobrevivido a mil disputas.

El paseo por estos lares debe conducir hacia el barrio de la Solana, repartido a ambas orillas del Quiviesa. A un paso de la población se localiza el monasterio de Santo Toribio, foco de peregrinaciones que este año celebra su propio jubileo.

Qué ver: Torre del Infantado. Barrio de la Solana. Iglesia de San Vicente. Convento de San Francisco. Museo Cartográfico. Santo Toribio de Liébana. Centro de peregrinación del Jubileo. En los alrededores: Desfiladero de La Hermida. Santa María de Lebeña. Santa María de Piasca. Monasterio románico. Circo de Fuente Dé.

San Vicente de la Barquera

Dos ambientes se dan la mano en San Vicente. Por un lado el marinero, puerto de mar de larga tradición; y por otro el montañés, nada extraño en una población que siente sobre el cogote el aliento de los inmensos macizos pétreos de los Picos de Europa.

Quien busque sabor a mar que pasee por los soportales de la plaza de José Antonio o que acuda a la celebración de La Folía, fiesta que cae a mediados de abril y que incluye una vistosa procesión marítima.

Quien guste de los aires señoriales de la piedra vieja que traspase su puerta amurallada hasta el Ayuntamiento, que busque la calle Alta y se llegue hasta el Castillo del Rey, ojee la portada del hospital de Peregrinos, legado de su condición de Camino de Santiago, y penetre en el templo de Nuestra Señora de los Ángeles, vieja fortaleza defensiva.

Si fuera peregrino debería seguir los mismos pasos que aquellos buscando el puente de la Maza, vado de piedra de tiempos de los Reyes Católicos que hoy atraviesa la N-634.

Qué ver: Caserío medieval. Castillo del Rey. Puerta de la muralla. Puente de la Maza. Ermita de la Barquera. Del siglo XIII. Iglesia de Nuestra Señora de los Ángeles. De estilo gótico, en sus alrededores aún se conservan restos de la antigua muralla que protegía la vieja puebla. Destaca el retablo mayor, barroco, y el sepulcro del inquisidor Antonio del Corro, obra clave de la escultura funeraria española. En los alrededores: Parque Natural de Oyambre. Espacio litoral de gran importancia ornitológica. Comillas. Empaque aristocrático. Edificios modernistas.

Santillana del Mar

Se cuentan por decenas de millar los visitantes de esta villa señorial de la cornisa cantábrica. Todo en ella sabe a nobleza: calles empedradas, de brillantes losas, machacadas por la humedad y el trasiego de sus muchos admiradores; las casonas, bien plantadas y servidas de balconadas de madera y anchos alerones; sus fuentes, viejas, abrigadas por gruesas capas de musgos.

Todo el trasiego del hoy se debe a los huesos de una santa: Santa Juliana. Martirizada en Asia Menor, sus huesos se trajeron en el siglo VIII.

Como consecuencia de la devoción que despertaron surgieron monasterio y colegiata, origen ésta de la actual población. De enorme poder, fue abadía de importancia en el norte peninsular. El edificio, de construcción románica, se levantó hacia el siglo XII. Sobresale el claustro, joya románica de extremada sencillez.

Qué ver: Casonas y palacetes: Torre de don Borja, Torre del Merino, Casa de los Barreda, Palacio de los Velarde. La Colegiata. El Museo y Fundación de Jesús Otero. Tel. 942 84 01 98. El Museo de la Inquisición. Tel. 942 84 02 73. En los alrededores: Comillas. San Vicente de la Barquera. Cuevas de Altamira. Prestigiosas pinturas rupestres. Acceso muy restringido, es posible visitar museo y sala de video. En junio próximo, apertura de una reproducción exacta de las pinturas.



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