Añorada por muchos, Cartagena conserva en sus rincones, en sus monumentos, en sus viejas casonas y en sus murallas desde las imágenes de piratas y filibusteros hasta las musas que han inspirado al único Nobel de Colombia.
La Heroica es historia y leyenda, es una ciudad realmente llena de magia que atrae a los más poderosos presidentes del planeta y a los más humildes turistas.
Su historia, tan larga como sus playas, arranca en Calamar un sitio de la Costa Atlántica habitado por aborígenes hasta el año 1533 momento en el que Pedro de Heredia puso la primera piedra de una ciudad que durante casi 500 años ha sido protagonista de la historia colombiana. Allí creció Cartagena y durante la colonia fue el punto de llegada de galeones españoles que anclaban trayendo mercaderes que continuaban su camino hacia Santafé, Antioquia, Popayán y Quito.
El 11 de noviembre de 1811 fue la primera ciudad colombiana que declaró la independencia de España. Cartagena fue protagonista de la guerra de independencia y escenario de gran cantidad de combates que le dieron el nombre de La Ciudad Heroica.
La colonia dejó marcada la ciudad con baluartes, murallas, castillos, conventos e iglesias y enormes casonas con balcones volados. La ciudad antigua es uno de las pocas urbes del mundo que aún se encuentran totalmente rodeada de gruesas murallas.
Con el paso del tiempo
A la ciudad amurallada se ingresa por la Puerta del Reloj y allí se inicia el recorrido por calles angostas y encantadoras que fueron diseñadas así para proteger del sol a los transeúntes y servir de ducto para canalizar las entradas de corrientes de aire. Por motivos de defensa no se encuentra en la ciudad antigua una sola calle recta.
Las grandes edificaciones de estilo colonial y las leyendas heredadas con el transcurrir de los siglos logran que los visitantes se transporten a la colonia y que evoquen una ciudad habitada por españoles, nativos y esclavos.
Recostada sobre la muralla está la Alcaldía de Cartagena de Indias (antigua Casa de la Aduana). La fachada principal que ocupa todo un lado de la plaza se caracteriza por los arcos, los balcones corridos y las tejas de barro.
Al igual que ésta, son muchas las edificaciones representativas de la colonia. La Casa del Márquez de Valdehoyos, importante ciudadano de la colonia quien tenía el privilegio de importar esclavos y harina, es una edificación de dos plantas. La vivienda era en la segunda planta y es allí donde se encuentra un gran salón que mira hacia la calle a través de los balcones, con cielorrasos y pisos de madera.
La religión católica dejó un importante testimonio arquitectónico en la ciudad. Monumentales Iglesias construidas con piedras y corales que hacen de ellas verdaderas joyas de la arquitectura decoradas en el interior con altares de mármol y madera.
La Casa de la Inquisición arquitectónicamente es una importante muestra de la colonia con su estilo barroco y sus balcones. En esa casa se juzgaban los delitos contra la fe, se castigaba con torturas como el potro, el cordel o el jarro de agua. El día de la independencia de Cartagena fueron incinerados simbólicamente los archivos y documentos del tribunal y se expulsó a los inquisidores.
En la casa funcionan actualmente la Academia de la Historia, el Museo Histórico y el Archivo Histórico de la ciudad.
Más allá de la ciudad antigua la arquitectura de la colonia quedó representada en monumentales castillos, murallas y baluartes.
Construida para la guerra
La arquitectura militar de la ciudad se refleja en los baluartes y murallas construidos para proteger la ciudad de las batallas. Los baluartes de San Ignacio y San Francisco fueron construidos hacia 1630 y reconstruidos un siglo después.
Su misión era desestimular cualquier intento contra el muelle y cooperar con el Baluarte de San Francisco Javier, en el cubrimiento de Bocagrande.
El Castillo de San Fernando, una de las más importantes obras de la ingeniería militar, se inició en 1753. Recorrer 250 años después las bóvedas en donde funcionaban la capilla, el hospital, el almacén de pólvora, los cuarteles oficiales, el foso en forma de herradura realmente es impactante.
Pero realmente el guardián y protector de la ciudad ha sido El Castillo de San Felipe de Barajas edificado sobre la Colina de San Lázaro desde donde se dominaba cualquier intento de invasión a la Plaza.
Cuando se ingresa a este castillo se recorren misteriosos túneles, galerías, desniveles y trampas que se entrelazan comunicándose unos con otros. Esta edificación contaba con un ingenioso tejido de minas para volarlo en el caso de ser tomado por el enemigo.
Son innumerables las obras de la arquitectura civil, religiosa y militar que han hecho de Cartagena una ciudad llena de misterio e historia, de leyendas que se han transformado en realidad haciendo de ella un destino mágico que decora el Caribe colombiano.
Noches de Cartagena que fascinan…
Cartagena es una ciudad llena de encanto y cuando el sol se oculta en el horizonte poco a poco se va despertando la seducción de esta ciudad caribe.
La noche puede iniciar con un paseo lleno de romanticismo en las victorias haladas por caballos que recorren las angostas calles de la ciudad vieja y colonial.
Finalizar el recorrido en la Plaza de Santo Domingo es una buena alternativa. Allí se respira el ambiente de las leyendas que heredaron la magia de la colonia. Rodeada de grandes casonas y edificaciones de la época, con balcones que escapan de ellas, esta plazoleta tiene unos cafés al aire libre que ofrecen buen café, cerveza helada o cocteles tropicales, en mesas de hierro forjado que están en el centro del lugar.
Durante la estadía en la plaza se escuchan tríos musicales que de mesa en mesa cantan los mejores boleros del Caribe, se ven espectáculos de artistas callejeros o se encuentran vendedores de sombrero multiusos.
Muy cerca, en la misma ciudad vieja, se encuentran varios restaurantes que ofrecen platos de comida internacional. En la calle de Santo Domingo está El burlador de Sevilla en donde usted puede deleitarse con una deliciosa paella Fideuá con mariscos y fideos o un crocante cochinillo asado al estilo de Segovia.
Se armó el rumbón
A partir de este momento inician realmente las noches de Cartagena. Es conveniente dirigirse en la zona de Getsemaní a la Calle del Arsenal y disfrutar de la verdadera rumba. Mr. Babilla manda la parada. Son dos casonas que se unieron y sus paredes fueron vestidas de color amarillo, terracota y azul para que sobre ellas se mezclaran antigüedades, chatarra, una vasenilla o el marco de una ventana en madera envejecida cuyo origen no se conoce.
En Mr. Babilla la pista de baile es cualquier rincón, el bar y las mesas vibran al ritmo del vallenato, la salsa, el merengue y algo de trance.
La música tropical, el ritmo caribe y la alegría costeña hacen que en Cartagena la noche y el día se encuentren y el atardecer y el amanecer se confundan.